domingo, 6 de septiembre de 2015

"El espejo de los otros"

"La vida es como los espejos, sonríales y le sonreirán. Póngales mala cara y le resultarán siniestros."
Concordia Merrell


Un paredón decorado con graffitis y una puerta que dice Cenáculo se abre. Una voz en off nos acompaña mientras atravesamos la puerta. La voz nos cuenta que allí pasa la vida, la muerte y que por ahí pasan solo los que tienen que pasar; y que a veces se paga algo más que la cuenta. De esta manera, inicia el último filme del director Marcos Carnevale "El espejo de los otros" 
En los restos de una catedral gótica, funciona un restaurant único, una sola mesa y todas las noches una última cena.  Los comensales cenan bajo el cielo de la noche, ya que no hay techo. El desnivel del altar es usado como escenario para una pianista y una banda de jazz. La cocina funciona donde alguna vez fue la sacristía. El bautisterio es el lavamos de un baño moderno. Y en la intersección de ambas naves, está la famosa mesa donde cada noche los personajes que disfrutan de la mejor comida, vinos y música definen algo en sus vidas, algo importante.  
Los hermanos Iris y Benitos (Graciela Borges y Pepe Cibrián Campoy) son los dueños de Cenáculo. Dueños exquisitos y voyeurs  que espían a sus comensales a través de cámaras instalada en el salón principal y en el baño. Cada noche, Iris y Benito, personajes golpeados por angustias que invaden y secretos guardados, son espectadores de personajes que pasan por esa mesa. Esa mesa que si bien siempre es una, nunca es la misma. Esta cambia según los comensales. 
Durante 119 minutos de relato cinematográfico, somos invitados a cinco cenas, cinco últimas cenas, incluyendo la cena, con copas de champagne, de los dueños. 
Al igual que Iris, espía y espectadora de los comensales, nos reímos y emocionamos. Los dueños del restaurant son el hilo conductor entre las historias. Historias de monstruos que aparecen cuando la familia se disputa por la herencia paterna. Historias de amores prohibidos, de guerras inútiles porque siempre hay perdedores, de envidias y resentimiento. Por Cenáculo pasan personajes perdidos en su propio laberinto, detenidos en un tiempo pasado porque no pudieron avanzar después de lo ocurrido. Personajes que cuando tenían tiempo hacían lo que otros querían, y ahora que pueden hacer lo que quieren ya no les queda tiempo; personajes que quieren vivir en paz el tiempo que les queda. Personajes que no han encontrado el amor pero creen que existe porque lo han visto, amores prohibidos, amores que esperan volver a encontrarse, personajes que a la hora de la verdad están solos. Cuando el espejo nos pone frente a la verdad, ya no hay manera de volver atrás.
El espejo de los otros, nos invita  a reír, a emocionarnos, pero sobre todo a reflexionar. Si bien nos muestra el espejo y lo que ve cada personaje al mirarse; también nos enfrenta a nuestro propio espejo. Después de todo por algo, el espejo es la metáfora favorita para la vida. Según como lo miremos será el reflejo que tendremos.  El filme de Carnevale, no sólo nos entretiene también nos recuerda que el tiempo es lo más precioso y valioso que tenemos.  
El espejo de los otros, cuenta con un elenco  de lujo; lo cual a veces cuando uno sabe de una película con tantos actores excelentes (Norma Aleandro, Leticia Bredice, Alfredo Casero, Luis Machin, Favio Posca, Mauricio Dayub, Julieta Diaz, Oscar Martinez, Ana María Picchio, Marilina Ross, María Socas, Carola Reyna  y Javier de Nevares) , teme que sólo se lleve eso de la película; pero no es el caso de este filme. Cada actor está muy bien en su personaje y se luce en cada escena en que participa. El espectador sale contento porque la película cumple y supera las expectativas. Una puesta en escena y un guión muy buenos. Marcos Carnevale una vez más nos dejo un filme para recordar y ver las veces que uno lo necesite o quiera y jamás se va a aburrir de hacerlo. Por el contrario, siempre tendrá una reflexión que rescatar. Y eso, es lo bueno de un filme. Por un lado, mientras estamos sentados en la oscuridad de la sala nos olvidamos del afuera, y cuando la pantalla se apaga y las luces se encienden tenemos algo que reflexionar sobre nosotros mismos, algo que pensar. Y en este caso, un espejo que enfrentar. 




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